Crisis en Medio Oriente: un laberinto de difícil salida

23/May/2011

CCIU, Editorial

Crisis en Medio Oriente: un laberinto de difícil salida

Hace más de un siglo que comienza a concretarse el sueño del pueblo judío disperso en su diáspora: retornar a Israel. Tener un lugar donde vivir, afín a sus propios orígenes históricos sostenidos durante milenios en una mezcla de mística, religión, emancipación, modernismo, política. En síntesis: adaptado al devenir de la propia historia de la humanidad, su transición por el “estado religión”, monarquías, declaración de derechos humanos, surgimiento del “estado nación”, ciudadanos libres y desarrollo del modernismo con sus diversas estructuras políticas.
Aspiración legítima que lamentablemente se alcanzó corriendo detrás de episodios sangrientos de antisemitismo, persecuciones y matanzas por los mismos argumentos religiosos- los más perversos de las diversas religiones- los de la emancipación – los peores de la dicotomía de clases sociales surgidas de la revolución industrial- los modernos, incluso laicos como el nazismo que con el macabro uso de la tecnología construyó una industria de muerte al pueblo milenario, por el sólo hecho de ser judío.
Con los “retazos” y experiencias de supervivencia resultantes, el sueño fue igualmente logrado. Pero no comprendido ni aceptado por un imperio árabe que acababa de ser derrotado y sometido a las dominaciones de un nuevo imperio, el británico como estandarte, pero europeo y occidental en esencia.
Esa confusión árabe, la de interpretar erróneamente la emancipación del pueblo judío con la colonización occidental, impidió la creación de un nuevo Medio Oriente. Se perdió la preciosa oportunidad de mancomunar un mundo árabe con el tiempo liberado del yugo de los colonizadores, y un Estado de Israel que aspiraba a zafar definitivamente del flagelo del antisemitismo crónico contra el pueblo judío.
Se perdió la oportunidad de unir una nueva era de cooperación y fortalecimiento de ambos pueblos. El mundo hoy sería otro.
Los países árabes se organizaron acorde a sus culturas tribales pero bajo la práctica de dictaduras terribles, despóticas y sistemáticamente heredadas por un nepotismo automático que durante décadas utilizaron el odio contra Israel, como “enemigo común” para barrer bajo sus hermosas alfombras sus saqueos, su divorcio de la evolución de la modernidad, tildándola de satánica y sustituida por teocracias con las que pretendieron gobernar naciones de millones de personas…hasta que surgieron las redes sociales.
Mediante este nuevo instrumento de la modernidad, explotaron desde “abajo” como volcanes, las masas oprimidas por falta de pan, trabajo, oportunidades, libertad de género, derechos humanos. Así horadaron al costo de sus vidas, hoy contadas por decenas de miles, esas condenables estructuras dictatoriales giga-millonarias que habían seducido inexplicablemente al “progresismo” antioccidental, mientras Occidente se beneficiaba de sus réditos económicos y el pequeño Israel debía arreglárselas solo para fortalecerse y enfrentar un tenaz neo antisemitismo. Disfrazado por lo general, de “antisionismo emocional”, carente de todo intento por comprender el escenario en su conjunto y contentándose con defender ciegamente una “palestino filia” sin críticas, sacrosanta, vista únicamente como víctima del Estado Judío. De esa forma lo transformaron en el nuevo y a su vez ancestral condenado “judío”, con la acumulación de todos los residuos tóxicos religiosos, políticos, arcaicos y modernos que la propia humanidad creó y desenterró de su caldero putrefacto de discriminaciones y racismo.
En este momento nos enteramos según el Wall Street Journal que:
“…La reciente alza en los precios del trigo constituye una nueva amenaza para los países de Medio Oriente que importan grandes cantidades del grano para consumo interno. Un exceso de lluvias en Estados Unidos y sequías en Europa occidental son las razones detrás del aumento. Hasta el miércoles de esta semana, el precio del trigo acumulaba un salto de 91% en menos de un año.
El incremento se empezó a sentir a mediados del año pasado debido a una sequía en Rusia y los precios no han retrocedido desde entonces. A algunos analistas les preocupa que el mal tiempo que provocó el alza del trigo vuelva a causar estragos y desate un alza mayor de los precios.
“Los países árabes se volverán cada vez más vulnerables a los vaivenes en los precios globales de los alimentos si no se adoptan medidas mitigantes”, concluyó el estudio.
Eso pone a países como Egipto en una encrucijada, en momentos en que aún sienten las consecuencias de la agitación política. En febrero, el gobierno egipcio pagó US$361 por tonelada de trigo occidental, frente a US$172 ocho meses antes, una diferencia que, si se mantiene por 12 meses, sumaría US$1.700 millones a la factura de importaciones del país. Egipto gastó US$2.600 millones en el año fiscal previo, de acuerdo con el Banco Mundial…”
Pues en este entorno, a buena parte del mundo no se le ocurre mejor idea que declarar un Estado Palestino, desconociendo las negociaciones que mantienen palestinos e israelíes. El presidente de EE.UU. incluso, le define sus fronteras, con la misma regla que los británicos y otros colonizadores solían definir las fronteras de sus imperios.
Israel merece otro tratamiento. No hay países perfectos en el planeta, ni sociedades “modelo”. Israel entra en esa misma categoría humana, pero su historia judía le ha enseñado que no se puede equivocar demasiado. Otrora amenazas por la Europa cristiana en su conjunto, luego la Europa emancipada y republicana, luego nazi, luego comunista, ahora el Islam radical, la teocracia iraní…
Ha de haber un “basta”; una consideración sensata que sea objetiva y abogue por soluciones humanas y justas para judíos y palestinos, que no azuce más destrucción.
Israel definitivamente no es el “enemigo común externo” ni de árabes, ni occidentales, ni de izquierdistas que luchen por un mundo mejor y ahora países latinoamericanos hostigándolo sistemáticamente, barriendo sus propias deficiencias bajo alfombras importadas de Irán.